lunes, 1 de febrero de 2016

Geografía Física de Africa

Atravesado por el ecuador, África es un continente compacto que se extiende unos 8.000 km desde su punto más septentrional, cabo Blanco (Túnez), a su extremo más meridional, cabo de las Agujas (Sudáfrica); su anchura máxima, medida desde la punta de cabo Verde (Senegal), al oeste, hasta Ras Xaafuun (Somalia), al este, es de unos 7.500 km. La cumbre más elevada del continente es el monte Kilimanjaro (Tanzania), que casi alcanza los 6.000 m y presenta nieves perpetuas, y el punto más bajo se encuentra en el lago Asal (Yibuti), a 153 m por debajo del nivel del mar.
El relieve africano se caracteriza por su horizontalidad debido a la presencia de vastas y onduladas mesetas, desfiguradas por varias grandes cuencas fluviales y aisladas sierras. A pesar de esta característica morfología, se diferencian diferentes unidades del relieve en África.

Una primera unidad del relieve son las amplias mesetas que se extienden por todo el continente, aunque son más elevadas en la región meridional; explican su aspecto uniforme y su elevada altitud media (750 m), y algunas albergan zonas áridas, como los desiertos Sahara, Kalahari y Karroo. Entre las mayores altiplanicies se pueden destacar las de regiones como Futa Yallon (muy escalonada) y Adamaua.
Una segunda unidad del relieve son los sistemas montañosos, que salpican las mesetas: algunos se alzan en los extremos del continente, como las cordilleras del Atlas, Ruwenzori y Drakensberg; unos pocos macizos aislados de origen volcánico despuntan por el centro del continente, como los de Ahaggar y Tibesti; en la parte oriental, la más elevada, se encuentra el Gran Rift Valley y se localizan numerosos volcanes, como el Kilimanjaro, el Kenia y el Elgon.

Debido a que el continente africano no estuvo cubierto por el mar durante millones de años, los suelos se han desarrollado independientemente, sobre todo a causa de alteraciones meteorológicas. Pocos suelos se han beneficiado de la tierra transportada por ríos o corrientes oceánicas. En su mayor parte, los suelos africanos sufren un drenaje irregular y no presentan mantos acuíferos definidos. La mayoría son casi áridos debido a la lixiviación mineral que producen las fuertes lluvias y a las altas temperaturas. Los terrenos desérticos (aridisoles y entisoles), que contienen poca materia orgánica, también comprenden grandes extensiones. Algunos de los suelos más fértiles son los molisoles, también conocidos como chernozems o tierras negras, en África oriental, y los alfisoles y los podsoles en las zonas del sur y del oeste de África.

HIDROGRAFIA DE ÁFRICA
Los ríos de África se pueden agrupar en función de la vertiente hidrográfica y cuenca a la que pertenecen. En la vertiente mediterránea, los ríos suelen ser cortos y estrechos, a excepción del Nilo, que es el más largo del planeta; en la franja desértica abundan los uadis, cursos de agua intermitentes que raramente llegan al mar. Los ríos de la vertiente atlántica son más largos y caudalosos, y llegan a ser navegables en gran parte de su curso; destacan el Níger, el Congo (el más caudaloso del continente), el Orange, con su afluente el Vaal, y el Senegal. Los ríos de la vertiente índica son más cortos que los de la atlántica; entre los más importantes se consideran el Limpopo y el Zambeze (en cuyo curso fluvial se encuentran las cataratas Victoria). Con la excepción de la cuenca del lago Chad, todas las demás tienen salida al mar y están cortadas por abruptas cataratas o rápidos que impiden la navegación.